Avivemos el Fuego
TEMA:
AVIVEMOS ÉL FUEGO
TEXTO:
2 TIMOTEO 1:6
2Ti 1:6 Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de
Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.
En
el contexto de este versículo que hemos leído para comenzar el apóstol Pablo
está aconsejando a Timoteo, un pastor joven, para que no sea tímido, que no
tenga temor, que avive él fuego del del ministerio que Dios le ha encomendado,
que sea valiente, y que no tenga temor de la oposición.
Pero para nosotros en este tiempo que estamos viviendo es un llamado a no permitir que nuestra relación con Dios, nuestra confianza en él, y nuestra comunión con el Espíritu Santo se vaya apagando poco a poco en nuestra vida.
Tenemos
que tener bien claro que ya sea un ministerio, un don, un llamado, un talento,
y todo lo que tenga que ver con la obra del Espíritu Santo en nuestra vida,
satanás siempre quiere apagar, siempre querrá extinguir todo lo que tiene que
ver con la obra del Espíritu Santo en nosotros.
PRIMERAMENTE
TENEMOS QUE COMPRENDER ALGO MUY IMPORTANTE: Avivar el fuego de Dios en
nuestra vida es una responsabilidad personal (Levítico 6:12-13)
Lev 6:12 "El fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no
se apagará, sino que el sacerdote quemará leña en él todas las mañanas, y
pondrá sobre él el holocausto, y quemará sobre él la grasa de las ofrendas de
paz.
Lev 6:13 "El fuego se mantendrá encendido continuamente en el
altar; no se apagará.
Podemos
ver que dentro del tabernáculo donde estaba la presencia de Dios la
responsabilidad de mantener encendido él fuego del altar era un responsabilidad
¿de quien? ¿de Dios? No, era una responsabilidad del sacerdote.
La
palabra de Dios nos dice que ahora nosotros hemos sido hecho por medio de
Jesucristo sacerdotes para Dios (Apocalipsis 1:5-6)
Apo 1:5 y de Jesucristo, el testigo
fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra. Al
que nos ama y nos libertó de nuestros pecados con su sangre,
Apo 1:6 e hizo de nosotros un reino y
sacerdotes para su Dios y Padre, a El sea la gloria y el dominio por los siglos
de los siglos. Amén.
es
decir que ahora la responsabilidad de mantener encendido el fuego del Señor es
de cada uno de nosotros en el altar de nuestro corazón.
¿PORQUE
DEJAMOS QUE EL FUEGO DE DIOS SE VAYA APAGANDO EN NUESTRO CORAZÓN? La respuesta
es por dos razones: Por el DESCUIDO y por la PEREZA.
Reflexionemos
en cada uno de ellos por medio de la palabra del Señor:
I)
DEJAMOS APAGAR EL FUEGO POR NUESTRO DESCUIDO (2 CRÓNICAS 29:6-7)
2Cr 29:6 Porque nuestros padres han
sido infieles y han hecho lo malo ante los ojos del SEÑOR nuestro Dios, le han
abandonado, han apartado sus rostros de la morada del SEÑOR y le han vuelto las
espaldas.
2Cr 29:7 También han cerrado las puertas del pórtico y han
apagado las lámparas, y no han quemado incienso ni ofrecido holocaustos en el
lugar santo al Dios de Israel.
El
pueblo de Israel se descuidó de su relación con el Señor, dejaron que las lámparas
del templo y el fuego del altar del holocausto se apagaran, pero el texto nos
enseña cómo fue que llegaron a ese descuido (vs 6) Porque le
volvieron la espalda a Dios.
El
descuido del fuego del altar de nuestro corazón es por la misma causa del
pueblo de Israel, por los afanes de la vida, por los quehaceres del día a día
le damos la espalda a Dios, nos descuidamos de nuestra espiritualidad, no
oramos, no adoramos ni leemos su palabra y poco a poco nuestro fuego va
disminuyendo.
II)
DEJAMOS APAGAR EL FUEGO POR NUESTRA PEREZA (ROMANOS 12:11)
Rom 12:11 no seáis perezosos en lo
que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor,
Toda
persona que alguna vez ha tenido que encender una fogata y mantener vivo el
fuego, sabe que es una labor que requiere esfuerzo, para traer la leña, para
juntarla, para mantenerla encendida atizando y soplando el fuego.
Igualmente,
para avivar el fuego de Dios en nuestro corazón se requiere esfuerzo, no
podemos ser perezosos, tenemos que ser diligentes, a pesar de los quehaceres
del día, a pesar de nuestras actividades laborales, tenemos que comprender que
mantener encendido el fuego en nuestro corazón no es opcional, es una
prioridad.
Tenemos
que tener bien claro en nuestra vida que, así como nos esforzamos y somos
diligentes en nuestras actividades laborales, en nuestros quehaceres del hogar,
en nuestras actividades académicas, también tenemos que ser esforzados y
diligentes en nuestra comunión con Dios (Lucas 20:25)
Luc 20:25 Entonces El les dijo: Pues dad al César lo que es del
César, y a Dios lo que es de Dios.
¿QUE
DEBEMOS HACER ENTONCES PARA AVIVAR EL FUEGO? ¿QUE DEBEMOS HACER PARA NO CAER EN
EL DESCUIDO NI EN LA PEREZA?
-
Tenemos que poner bien en orden nuestras prioridades y
obrar de acuerdo a esas prioridades (Mateo 6:33)
Mat
6:33 Pero buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas.
-
Tenemos que comprender que mantener encendida la llama
de nuestra relación con Dios es responsabilidad nuestra (Zacarías 1:3)
Zac 1:3
Diles, pues: "Así dice el SEÑOR de los ejércitos: ’Volveos a mí’—declara
el SEÑOR de los ejércitos— ’y yo me volveré a vosotros’—dice el SEÑOR de los
ejércitos.
Tenemos que reconocer
que los necesitamos somos nosotros no el Señor. (Job 22:2)
CONCLUSIÓN: Sigamos el consejo de
Pablo a Timoteo, es un consejo de parte de Dios para cada uno de nosotros, el
Señor quiere bendecirnos, ayudarnos, restaurarnos, todo lo imposible depende de
Dios, pero lo posible depende de nosotros, hagamos lo posible para buscarle,
para mantenernos en comunión con él y confiemos que lo imposible lo hará
nuestro Dios.
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